¿Por qué no existe Dios?

Sangraba, notaba que sangraba y que su sangre huía en locos borbotones; mas no sintió el dolor por más que lo buscaba en su interior. Gemía, oía que gemía, mas no surgieron lágrimas aun viendo que su alma yacía entre latidos y agónica anunciaba ya su adiós. Rezaba, rezaba entre sollozos al Ser que nunca oró y lejos le mantuvo de su aliento; mas sus incultos rezos sonaron quiméricos quejidos de humano perdedor. Sus ojos se entreabrieron forzando viejos párpados para mirar de cerca el último momento, cercano, muy cercano al desencanto de un vivir apresurado, queriendo descubrir en un segundo inútil sus miles de secretos; mas no acertó a soñar el Sueño del Final Indescifrable. La dama misteriosa se apiada y ahora le recoge rendido entre susurros de socorro y, cual gorrión herido por afiladas púas de enmarañadas zarzas, exhala el último suspiro tras una vida efímera para renacer en la placenta virgen de otra nebulosa y reintentar de nuevo descubrir… ¿por qué no existe Dios?

Y el día que lo logre tendrá la Vida Eterna… y el Dios que lo creó le contará en secreto los cientos de misterios que añora conocer.

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