Nació un díscolo día de otoño, entre las luces y sombras de una temprana mañana recién levantada y cubierta de rachas de una fría lluvia y vientos del este. No rompió en llanto cuando las blancas manazas del docto galeno golpearon sus nalgas buscando arrancar el primer sonido de aquellos pequeños pulmones… Pero estaba vivo, muy vivo…, y era un ser especial. Todos le observaron con tristes miradas queriendo ver en aquel cuerpecillo una rara anomalía que el tiempo curara con su crecimiento, que sería algo pasajero y natural, como ocurre con el pequeño pollo que nace envuelto en suave edredón y tira después el plumón para convertirse en ánade de vivo color. Pero no…, esta vez no. La Naturaleza es sabia; por fin decidió ser más justa y acabar para siempre los torpes distingos de raza y color, el claro y el oscuro, los dos antagónicos subsumidos en justa mitad. Mañana, cuando crezca y tome conciencia de su perfección, cambiará su perfil según quien le hable la otra mitad de su otro igual. Todo está arreglado. Todo es bipolar en un solo polo. Todos se hablarán entre iguales, del lado según les convenga, y no sentirán la vergüenza de ver la maldad que reflejan ese par de ojos de distintas niñas… Una nueva raza, unos nuevos hombres… condenados a mirarse de lado. El primer blanquinegro ha nacido… ¡Viva el bicolor…!
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